Hablemos sobre la fibromialgia
Seguramente alguna vez habréis oído hablar de la fibromialgia, una enfermedad crónica caracterizada principalmente por dolor muscular y una sensación generalizada de cansancio.
Existe un gran desconocimiento sobre esta enfermedad, lo cual dificulta su diagnóstico, tratamiento y la aceptación personal y social de la misma.
A través de esta publicación, queremos contribuir a darla a conocer, ayudando así a su reconocimiento.
Bien, entonces, ¿Qué es exactamente la fibromialgia?
Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), la fibromialgia es un síndrome reumatológico que se caracteriza por dolor muscular y fatiga crónica. Junto con la demostración en la exploración física de unos puntos previamente definidos en los que la presión moderada desencadena dolor. Estos puntos se conocen como puntos sensibles de la fibromialgia y se localizan en el cuello, hombros, espalda, cadera, brazos y piernas.
Otro de los síntomas que se muestran típicamente asociados al dolor, es el agotamiento o fatiga crónica, sin causa que lo justifique. Oscila durante el día y muestra una intensidad de moderada a severa.
Pero la fibromialgia tiene muchos más síntomas asociados que hacen de ella una enfermedad incapacitante para quien la padece y es muy difícil de abordar. El Instituto de Neurología Cognitiva enumera los siguientes síntomas asociados a la fibromialgia:
- Disfunciones del sueño: es frecuente encontrar problemas para conciliar el sueño o interrupciones frecuentes de este durante la noche, siendo este un sueño no reparador.
- Rigidez en las articulaciones, generalmente matutina.
- Dolor de cabeza punzante y fuertes migrañas.
- Períodos menstruales dolorosos.
- Parestesias o sensación de hormigueo en manos y pies.
- Síndrome del colon irritable, causando malestar abdominal y diarreas.
- Pérdidas de memoria y dificultad para concentrarse y retener información.
- Ansiedad y depresión: aunque la fibromialgia no es una enfermedad mental, un 30% aproximadamente de los enfermos presentan cuadros de ansiedad o depresión previa o, en muchos otros casos, de forma secundaria a la enfermedad.
Y os estaréis preguntando, ¿Cuál es la causa de que ocurra todo esto en el cuerpo?
La verdad es que todavía no se conoce cuál es la causa de la fibromialgia. Aun así, se sabe que existe un incremento de la percepción del dolor a nivel del sistema nervioso central, lo que significa que el umbral del dolor es más bajo de lo habitual. Además, también existen anomalías en las vías inhibitorias del dolor, lo cual no permite que el cuerpo pueda regularlo adecuadamente.
Otros mecanismos se explican por una alteración hormonal en los centros reguladores del estrés, o también por una alteración neurotransmisora, como por ejemplo la disminución de la serotonina. Ambas explicarían el aumento de la percepción del dolor y la alteración del estado anímico, entre otros síntomas.
Por otra parte, se ha constatado que existe una predisposición genética para la Fibromialgia, viéndose una fuerte concentración familiar de casos de esta enfermedad. Se supone que la exposición de una persona genéticamente predispuesta a una amplia variedad de factores de estrés relacionados con el entorno, provoca el desarrollo de la fibromialgia.
Al tratarse únicamente de hipótesis y no haberse encontrado una causa cierta y probada de la fibromialgia, se tiende a hablar de factores de riesgo. Estos elementos pueden facilitar la aparición de esta enfermedad, aunque no se puede decir que la provoquen directamente. El hecho de presentar uno de estos factores no implica que esta persona tenga fibromialgia, sólo que sus probabilidades de padecerla son mayores.
- Sexo y edad: según la IASP, la fibromialgia afecta a un 2% de la población y es hasta 7 veces más común en las mujeres que en los hombres de edad adulta.
- Traumas psicológicos o físicos importantes.
- Ansiedad o estrés.
- Dificultad para dormir, trastornos del sueño.
- Intervenciones quirúrgicas.
- Lupus.
- Artritis reumatoide.
- Osteoartritis.
- Intestino irritable.
- Espondilitis anquilosante.
- Falta de ejercicio, sedentarismo.
- Mala alimentación.
- Tabaquismo o alcoholismo.
Tratamiento
Al tratarse de una enfermedad crónica y compleja, la fibromialgia requiere un tratamiento multidisciplinar. En él, hay que evitar el estrés, facilitar la realización de ejercicio físico, adoptar hábitos de higiene del sueño y conseguir la aceptación de la enfermedad a través de técnicas de psicología positiva. También es recomendable un tratamiento específico para el dolor y la fatiga.
La evolución de la enfermedad es crónica, pero el pronóstico puede mejorar con un diagnóstico precoz. También hace falta una información correcta y un enfoque terapéutico acertado. No existe un tratamiento curativo hasta el momento, pero si hay evidencia de buenos resultados con tratamientos multidisciplinarios.
Como ya se ha comentado, dentro de las opciones de tratamiento se recomiendan:
- Programas de ejercicio: el ejercicio aeróbico posee efectos analgésicos y antidepresivos, y mejora la sensación de control y bienestar. Los estiramientos también ayudarán a relajar la musculatura y a controlar el dolor.
- Técnicas de relajación: ayudan a aliviar el estrés, la tensión muscular y la ansiedad y, por lo tanto, contribuyen a mejorar el sueño.
- Acompañamiento psicológico: basado en mejorar el autoconocimiento, la autoimagen, la validez personal y el descubrimiento de las propias capacidades.
- Tratamiento farmacológico. Para abordar la fibromialgia se utilizan diferentes fármacos. Entre ellos, se incluyen analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares y antidepresivos