Reglas para la programación del movimiento

Los hábitos son importantes pero no determinantes, son el resultado de la repetición, y por lo tanto, cambiando datos y repitiendo los cambios, podemos desarrollar nuevos hábitos mejores. Pero, esto solo será posible si la respuesta que proponemos es adecuada y se rige por los principios fisiológicos o se parece a la formulación del cerebro.

Para programar u organizar la respuesta, el cerebro, además de utilizar los hábitos,  debe cumplir una serie de reglas básicas que, conjuntamente con la intencionalidad del movimiento, son las claves para producir la respuesta mejor adaptada en cada situación.

Las reglas son:

  1. Equilibrio: Se debe garantizar el equilibrio del conjunto del cuerpo (ante la gravedad y la inercia) y proporcionar los puntos fijos o estables necesarios desde los que realizar el movimiento. Además debe hacerlo garantizando la protección de las estructuras articulares durante los esfuerzos. Especialmente las de la columna ya que, el tronco,  es el punto de partida de la mayoría de nuestros gestos.
  2. Economía: La activación muscular debe ser proporcional al esfuerzo requerido, será la mínima imprescindible para dar una respuesta adecuada y efectiva, evitando un derroche energético y un potencial daño a las estructuras del aparato locomotor.
  3. Confortabilidad: La combinación de fuerzas o la programación elegida debe ser confortable y cómoda, no debe provocar dolores ni molestias. El dolor es un mecanismo de defensa mediante el cual una determinada estructura informa de encontrarse en peligro. La respuesta del sistema es inmediata y provoca cambios en la respuesta motriz con el fin de preservar la integridad de dicha estructura. Esta es la razón por la que nos movemos de la manera que nos es más confortable o cómoda,  y no necesariamente la más adecuada desde el punto de vista de la integridad de las estructures. Esta sensación, está muy supeditada al estado físico y la disposición del aparto musculo-esquelético, por lo que, una vez más, se evidencia la necesidad de mantener un buen equilibrio muscular y articular.