La ropa y los accesorios afectan a la postura

La Ropa

La ropa y los accesorios que llevemos, pueden limitar y condicionar nuestros movimientos de manera significativa. Las camisas cuyo corte limita el movimiento de los hombros y  los pantalones o las faldas que no permiten mover las caderas libremente, obligan a las lumbares a compensar los movimientos impedidos al levantar el brazo para coger algo, al agacharnos, levantarnos e incluso al caminar. No es difícil verlo, ponte una camisa que te quede estrecha de hombros e intenta coger un vaso de una estantería, o mira a esos chicos que van por la calle con los pantalones por debajo de la línea de las caderas, necesitan  ¡adelantar la pelvis, doblar las rodillas y separa las piernas para sujetarlos!, en consecuencia se encogen y les “sale chepa”.

La ropa que nos ponemos debería permitir el libre movimiento de las articulaciones, y especialmente de hombros y caderas, por eso, cuando nos compramos una prenda tendríamos que  considerar su funcionalidad más allá de la pura cuestión estética. Comprobar si podemos mover el brazo en todas las direcciones y amplitudes sin necesidad de inclinar o girar el tronco, o que el corte de la camisa o chaqueta no comprimen la zona del pecho limitando el movimiento respiratorio.  Deberíamos asegurarnos de que los pantalones nos permiten agacharnos y separar las piernas a lo ancho, no solo cuando estamos de pie sino también sentados.

Esto que parece de pura lógica y evidencia aplastante no siempre es fácil de conseguir, sobre todo cuando lo que queremos es seguir la moda.

Los Zapatos

Los zapatos son un  elemento esencial en la organización de la postura, y en la estética femenina. Cuando compramos zapatos debemos tener en cuenta el uso que les vamos a dar, ya que  sobre el pie construimos nuestra posición, y además es uno de los elementos del cuerpo que más información proporciona para las continuas adaptaciones en las respuestas motrices. Es evidente que el calzado indicado para caminar, ir de compras o a visitar un museo no serán unos botines con tacón alto.

A priori, el calzado de uso diario, debe ser lo suficientemente ancho como para  permitir el libre movimiento de los dedos de los pies dentro de ellos. En el pie,  tenemos 26 huesos, 35 articulaciones y 56 ligamentos, tres arcos que forman una bóveda y la función de sujetar sobre ellos todas las demás estructuras del cuerpo. No es una estructura diseñada para la constricción y el bloqueo. Si mis zapatos son pequeños o incómodos, todo lo que haga encima de ellos y con mis pies dentro será tenso.

 

Las suelas de goma, actúan como amortiguadores al apoyo del peso sobre el suelo al caminar, y reducen el impacto que esto prodece en las articulaciones superiores. Por eso las suelas de madera, sulas demasiado finas o rígidas, no son las indicadas para el uso diario. Otra cosa seria que nos pongamos unos zapatos con esta suela de vez en cuando y nunca para caminar o estar de pie mucho rato.

Lo mismo ocurre con los tacones, que alteran la distribución del peso en los pies y obligan al cuerpo a buscar tensiones extras de reequilibración, además de alterar los puntos de carga e impacto, lo que puede conllevar lesiones articulares potencialmente peligrosas, como el famoso juanete o sobrecargas en las rodillas.  Para mantenernos de pie sobre unos tacones, tenemos que realizar numerosas adaptaciones en las respuestas musculares de estabilización y equilibrio, no solo en cualidad sino en cantidad, es decir que necesitamos aumentar la tensión muscular de muchos músculos así como realizar adaptaciones en sus tensiones y longitudes.

Es un error abusar de los tacones, y si se usan todos los días, hay que permitir a los músculos de las piernas y la zona lumbar baja, descansar regularmente o varias veces durante el día. Es muy recomendable realizar estiramientos de la musculatura posterior de las piernas, del muslo y de la zona lumbar antes de ir a dormir, si se han llevado tacones durante el día.

El mejor calzado es:
  • Suela de goma para amortiguación,
  • De material flexible para permitir el libre movimiento del pie durante el paso,
  • Ancho y plano o con poco tacón, para evitar el acortamiento muscular de los gemelos, y garantizar que los tres arcos estén conservados, especialmente el anterior.
  • Con refuerzo en el contrafuerte y que sujete el pie por dentro al caminar, que no deje que el tobillo se hunda del todo.