Que la postura es una de las claves de la buena salud musculo-esquelética no es nada nuevo, y aunque tener una buena postura y mover el cuerpo de manera adecuada desde una perspectiva fisiológica (no social ni cultural), no garantiza que no suframos dolores articulares o musculares, sigue siendo una de las mejores bazas.

Cada día tenemos más información de cómo el cerebro “construye” nuestras respuestas musculares, como gestiona el dolor, y por lo tanto, tenemos más indicios de cómo modificarlo.

Lo que nos dice la neurofisiología, es que nuestros patrones de movimiento dependen de numerosas y variadas áreas del cerebro, y el proceso de aprendizaje básico es la repetición. Cuando repetimos y repetimos un mismo gesto, estamos activando la misma secuencia de sinapsis, y como resultado estamos creando un “surco”. Se trata de un mecanismo similar al de hacer un camino en un prado, con pisar la hierba una sola vez no es suficiente, pero después de 100 pasadas se ve claramente un camino y cuando queramos volver a cruzar el prado lo seguiremos sin pensar. Si no lo mantenemos, ese camino dejará de estar tan claro y habrá que volver a prestar atención para encontrarlo. De la misma manera cuando queremos cambiar o mejorar la manera en la que realizamos un gesto y que ese cambio sea permanente, debemos utilizarlo de manera regular y frecuente.